Una mujer de la comunidad de Quimaropitari espera alerta con un machete en la mano la llegada de migrantes que pretenden usurpar sus territorios en las zonas ribereñas del Alto Ene y el Apurímac. Las constantes invasiones han fragmentado su territorio y generado situaciones de pobreza, inseguridad y violencia social, poniendo en riesgo su autonomía.
Tras el conflicto social y el aumento de asentamientos colonos, la mayoría de asháninkas reconoce que su estilo de vida y bienestar han sido afectados. Los adultos recuerdan que en el pasado había menos tensiones, acusaciones de brujería y reclamos y que sus abuelos y abuelas vivían en un territorio amplio en el que abundaban los lugares para vivir a gusto.
Un grupo de niños y niñas canta el himno nacional peruano en lengua asháninka durante una presentación del día de la madre en la comunidad de Potsoteni. Después del colegio, algunos jóvenes abandonan por un tiempo la comunidad para estudiar en Satipo o Lima y prepararse para ser profesionales.
A pesar de su corta edad, Elio Sebastián (16) y Karen Ríos (15) ya están casados, recibieron un pequeño lote en la comunidad de Boca Anapate donde construirán su casa. Elio lleva un corte de cabello de estilo urbano que refleja la influencia de la migración y en los cambios de hábitos y gustos de los jóvenes.
¿Paita ikanteeteri asabike kametsa? ¿Qué es vivir bien?
Según la gobernanza indígena,”vivir como asháninka, significa cumplir las reglas de conducta, no escritas pero vividas, que hicieron de la vida de los abuelos una vida tranquila. Reglas que no caducan con el tiempo, que siguen vigentes: saber comportarse, saber invitar, saber recibir, saber celebrar, saber comer”.
El masato o piarentsi es una bebida central en la vida de las comunidades asháninka y de otros pueblos amazónicos. En su preparación las mujeres mastican la yuca (kaniri) y el camote (korisha) previamente sancochados, o les echan saliva mientras los muelen en una suerte de batán grande. Se cuela en una olla grande y se deja fermentar por varios días.
Una joven asháninka es retratada durante una capacitación de la organización indígena CARE, en la comunidad nativa de Potsoteni. “las mujeres no solamente debemos cocinar o participar en las faenas comunales, también podemos participar en otros espacios y asumir diversos cargos. Necesitamos más lideresas en las cuenca del río Ene”. Yanet Velasco.Tesorera de CARE y ARPI SC
Augusto Rojas (42 años) es el jefe de la comunidad de Osherato, uno de los primeros pueblos del norte del río Ene. En los últimos meses, Osherato y otras comunidades asháninkas han reforzado sus Comités de Autodefensa indígena en respuesta a los crecientes problemas con los invasores, los traficantes de madera y los cárteles de la droga.
Los ovayeri son miembros del Comité de Autodefensa de la comunidad de Osherato que vigilan el río Ene. La gran mayoría de asháninkas del río Ene considera que actualmente los megaproyectos energéticos son la principal amenaza para su soberanía alimentaria, por la contaminación que podrían producir en ríos, bosques y tierras y las enfermedades y pobreza que se generaría para sus familias y pueblos.
Aroldo Ventura, jefe de la comunidad Unión Puerto Asháninka señala un mapa antiguo. “Con el título aseguramos nuestro territorio y el de nuestros hijos para que no haya invasiones. El territorio es todo para nosotros: es nuestro hogar, nuestro mercado, nuestra farmacia, sin territorio el asháninka no vive tranquilo, por eso queremos titularlo, georeferenciarlo y asegurarlo para nuestras futuras generaciones”. Yanet Velasco. Tesorera de CARE y ARPI SC.
Vista aérea del río Ene desde la comunidad de Potsoteni. La salud del río es crucial para los asháninka que dependen de sus recursos pesqueros, de los suelos fértiles de sus llanuras de inundación y de los muchos alimentos y recursos naturales que proporciona. Durante muchos años el río era la única vía de acceso hacia las comunidades. Actualmente comienzan a ser reemplazados por las carreteras y los botes por camionetas.
Cecilia Quispe Vega (18) vive en la comunidad nativa de Quimaropitari. “La participación de las mujeres ha sido muy poca, hay mucho machismo, las mujeres se sienten cohibidas, tímidas, no tienen el valor de expresar sus sentimientos. Desde CARE estamos organizando más talleres y capacitaciones para las mujeres. Tenemos mujeres líderes que llevan algunos cargos, pero aún falta mucho, hay que empoderarlas”.Yanet Velasco Tesorera de CARE y ARPI SC.
Una vaporadora o "hipokantantsiro" cura por medio del vapor que emanan las plantas medicinales al ser calentadas con piedras hirviendo. El paciente, cubierto con una Kushma (vestido tradicional) frota las partes doloridas para expulsar el daño de su cuerpo. El diagnóstico del daño sólo lo pueden hacer el curandero o cheripiari y la vaporeadora; ellos daran las indicaciones y tratamientos.
Roy Pérez (25) es miembro del comité de autodefensa de Unión Puerto Asháninka. En la fotografía se le ve durante una excursión en las alturas de la comunidad. Actualmente, Unión Puerto Asháninka es parte de la ruta que las autoridades han identificado como área de traslado de la droga de Vizcatán del Ene a Atalaya, en la región Ucayali.
¿Janika beshiriachari itimajeiti? ¿Quiénes viven felices? Un grupo de niñas ríe despreocupadamente en la comunidad de Quempiri. En los últimos años son cada vez más las jóvenes que intentan posponer la maternidad hasta después de haber completado la educación secundaria. Esto es vivir con autonomía.
Kyrenia tiene 15 años y es madre de un niño de un año. Su pareja, unos años mayor que ella, dejó la escuela para trabajar y mantener a su hijo. En las comunidades ashaninkas, la vida sexual reproductiva comienza en la adolescencia. Las madres y abuelas temen que sus hijas no puedan solventar sus modos de vida.
Carin Bendita Bardales tiene 13 años y lleva un velo porque hace unos días tuvo su primera menstruación. En la cultura asháninka la menarquía o el fin de la pubertad implica una serie de rituales de la mujer: la restricción de ciertos alimentos, el encierro en pequeñas chozas, el corte de cabello y el aprendizaje de la preparación del masato y el trabajo con el telar.
La familia Matias López celebra en la comunidad de Boca Anapate. Las celebraciones con masato se relacionaban con la buena alimentación. Una cacería exitosa era una buena ocasión para reunir a los parientes, festejar y poner en práctica valores como el compartir, el estar juntos y el visitarse unos a otros. Las celebraciones sociales en la actualidad han cambiado. Aunque se continúan realizando masateadas ya no hay tanta carne de monte para satisfacer a todos plenamente .
Toribio Angurillo, (59) es uno de los sobrevivientes de la invasión de la comunidad de Potsoteni por el grupo terrorista Sendero Luminoso, a principios de los años 90. Recuerda que tuvo que escapar de madrugada junto a otras 20 familias, viviendo durante casi 30 años en diferentes comunidades hasta que finalmente regresó con su esposa, hijos y nietos.
Américo Salcedo (37) es el presidente del Comité Central de Autodefensa del Valle del Río Ene, encargado de monitorear y coordinar con los comités de cada comunidad cualquier reporte de alguna amenaza. Actualmente vive en la comunidad de Pampa Alegre con su esposa e hija. En su adolescencia hizo el servicio militar, donde fue entrenado en el uso de armas.
Abelino Mayonil Ernesto es el presidente del Comité de Autodefensa de la comunidad de Unión Puerto Asháninka.
Una mujer de la comunidad de Quimaropitari espera alerta con un machete en la mano la llegada de migrantes que pretenden usurpar sus territorios en las zonas ribereñas del Alto Ene y el Apurímac. Las constantes invasiones han fragmentado su territorio y generado situaciones de pobreza, inseguridad y violencia social, poniendo en riesgo su autonomía.
Tras el conflicto social y el aumento de asentamientos colonos, la mayoría de asháninkas reconoce que su estilo de vida y bienestar han sido afectados. Los adultos recuerdan que en el pasado había menos tensiones, acusaciones de brujería y reclamos y que sus abuelos y abuelas vivían en un territorio amplio en el que abundaban los lugares para vivir a gusto.
Un grupo de niños y niñas canta el himno nacional peruano en lengua asháninka durante una presentación del día de la madre en la comunidad de Potsoteni. Después del colegio, algunos jóvenes abandonan por un tiempo la comunidad para estudiar en Satipo o Lima y prepararse para ser profesionales.
A pesar de su corta edad, Elio Sebastián (16) y Karen Ríos (15) ya están casados, recibieron un pequeño lote en la comunidad de Boca Anapate donde construirán su casa. Elio lleva un corte de cabello de estilo urbano que refleja la influencia de la migración y en los cambios de hábitos y gustos de los jóvenes.
¿Paita ikanteeteri asabike kametsa? ¿Qué es vivir bien?
Según la gobernanza indígena,”vivir como asháninka, significa cumplir las reglas de conducta, no escritas pero vividas, que hicieron de la vida de los abuelos una vida tranquila. Reglas que no caducan con el tiempo, que siguen vigentes: saber comportarse, saber invitar, saber recibir, saber celebrar, saber comer”.
El masato o piarentsi es una bebida central en la vida de las comunidades asháninka y de otros pueblos amazónicos. En su preparación las mujeres mastican la yuca (kaniri) y el camote (korisha) previamente sancochados, o les echan saliva mientras los muelen en una suerte de batán grande. Se cuela en una olla grande y se deja fermentar por varios días.
Una joven asháninka es retratada durante una capacitación de la organización indígena CARE, en la comunidad nativa de Potsoteni. “las mujeres no solamente debemos cocinar o participar en las faenas comunales, también podemos participar en otros espacios y asumir diversos cargos. Necesitamos más lideresas en las cuenca del río Ene”. Yanet Velasco.Tesorera de CARE y ARPI SC
Augusto Rojas (42 años) es el jefe de la comunidad de Osherato, uno de los primeros pueblos del norte del río Ene. En los últimos meses, Osherato y otras comunidades asháninkas han reforzado sus Comités de Autodefensa indígena en respuesta a los crecientes problemas con los invasores, los traficantes de madera y los cárteles de la droga.
Los ovayeri son miembros del Comité de Autodefensa de la comunidad de Osherato que vigilan el río Ene. La gran mayoría de asháninkas del río Ene considera que actualmente los megaproyectos energéticos son la principal amenaza para su soberanía alimentaria, por la contaminación que podrían producir en ríos, bosques y tierras y las enfermedades y pobreza que se generaría para sus familias y pueblos.
Aroldo Ventura, jefe de la comunidad Unión Puerto Asháninka señala un mapa antiguo. “Con el título aseguramos nuestro territorio y el de nuestros hijos para que no haya invasiones. El territorio es todo para nosotros: es nuestro hogar, nuestro mercado, nuestra farmacia, sin territorio el asháninka no vive tranquilo, por eso queremos titularlo, georeferenciarlo y asegurarlo para nuestras futuras generaciones”. Yanet Velasco. Tesorera de CARE y ARPI SC.
Vista aérea del río Ene desde la comunidad de Potsoteni. La salud del río es crucial para los asháninka que dependen de sus recursos pesqueros, de los suelos fértiles de sus llanuras de inundación y de los muchos alimentos y recursos naturales que proporciona. Durante muchos años el río era la única vía de acceso hacia las comunidades. Actualmente comienzan a ser reemplazados por las carreteras y los botes por camionetas.
Cecilia Quispe Vega (18) vive en la comunidad nativa de Quimaropitari. “La participación de las mujeres ha sido muy poca, hay mucho machismo, las mujeres se sienten cohibidas, tímidas, no tienen el valor de expresar sus sentimientos. Desde CARE estamos organizando más talleres y capacitaciones para las mujeres. Tenemos mujeres líderes que llevan algunos cargos, pero aún falta mucho, hay que empoderarlas”.Yanet Velasco Tesorera de CARE y ARPI SC.
Una vaporadora o "hipokantantsiro" cura por medio del vapor que emanan las plantas medicinales al ser calentadas con piedras hirviendo. El paciente, cubierto con una Kushma (vestido tradicional) frota las partes doloridas para expulsar el daño de su cuerpo. El diagnóstico del daño sólo lo pueden hacer el curandero o cheripiari y la vaporeadora; ellos daran las indicaciones y tratamientos.
Roy Pérez (25) es miembro del comité de autodefensa de Unión Puerto Asháninka. En la fotografía se le ve durante una excursión en las alturas de la comunidad. Actualmente, Unión Puerto Asháninka es parte de la ruta que las autoridades han identificado como área de traslado de la droga de Vizcatán del Ene a Atalaya, en la región Ucayali.
¿Janika beshiriachari itimajeiti? ¿Quiénes viven felices? Un grupo de niñas ríe despreocupadamente en la comunidad de Quempiri. En los últimos años son cada vez más las jóvenes que intentan posponer la maternidad hasta después de haber completado la educación secundaria. Esto es vivir con autonomía.
Kyrenia tiene 15 años y es madre de un niño de un año. Su pareja, unos años mayor que ella, dejó la escuela para trabajar y mantener a su hijo. En las comunidades ashaninkas, la vida sexual reproductiva comienza en la adolescencia. Las madres y abuelas temen que sus hijas no puedan solventar sus modos de vida.
Carin Bendita Bardales tiene 13 años y lleva un velo porque hace unos días tuvo su primera menstruación. En la cultura asháninka la menarquía o el fin de la pubertad implica una serie de rituales de la mujer: la restricción de ciertos alimentos, el encierro en pequeñas chozas, el corte de cabello y el aprendizaje de la preparación del masato y el trabajo con el telar.
La familia Matias López celebra en la comunidad de Boca Anapate. Las celebraciones con masato se relacionaban con la buena alimentación. Una cacería exitosa era una buena ocasión para reunir a los parientes, festejar y poner en práctica valores como el compartir, el estar juntos y el visitarse unos a otros. Las celebraciones sociales en la actualidad han cambiado. Aunque se continúan realizando masateadas ya no hay tanta carne de monte para satisfacer a todos plenamente .
Toribio Angurillo, (59) es uno de los sobrevivientes de la invasión de la comunidad de Potsoteni por el grupo terrorista Sendero Luminoso, a principios de los años 90. Recuerda que tuvo que escapar de madrugada junto a otras 20 familias, viviendo durante casi 30 años en diferentes comunidades hasta que finalmente regresó con su esposa, hijos y nietos.
Américo Salcedo (37) es el presidente del Comité Central de Autodefensa del Valle del Río Ene, encargado de monitorear y coordinar con los comités de cada comunidad cualquier reporte de alguna amenaza. Actualmente vive en la comunidad de Pampa Alegre con su esposa e hija. En su adolescencia hizo el servicio militar, donde fue entrenado en el uso de armas.
Abelino Mayonil Ernesto es el presidente del Comité de Autodefensa de la comunidad de Unión Puerto Asháninka.